Los niños son muy suyos
con la comida. De repente, llega un día en el que algo que han comido siempre sin ningún problema deja de gustarles
espontáneamente. ¿Qué podemos hacer cuando un niño nos dice que algo no le
gusta y no hay manera de que coma? Pues existen varias opciones, pero es importante saber que ceder a sus caprichos no es ninguna opción.
En primer lugar, es importante ver qué cosas hay que a tu hij@ realmente no le gustan y que lo pasa mal
comiéndolas. Es normal que todo el mundo tenga un alimento que no puede ni oler
y tampoco es bueno hacérselo pasar mal al niño forzándolo a comérselo. Pero hay otra serie de alimentos que pueden disgustar más o menos a
tu hij@ y que se los puede comer sin ningún problema. Lo que pasa cuando deciden que este segundo grupo de alimentos ya no les gusta, es que hay
otros alimentos que les gustan más. Con ello, tu hij@ pretende hacerte creer que X alimento
no le gusta para que le des solamente lo que sí que le gusta. Para evitar o paliar esto, puedes hacer varias cosas:
1 1. Puedes ir
introduciendo alimentos nuevos mezclados con lo que sí que le gusta al
mismo tiempo que haces que la comida sea un momento divertido y de relajación entre
madre/padre e hij@. Esto es: hablar mientras come con tono dulce, que te cuente cosas
del cole, decirle lo bien que está comiendo… Si prubas esta opción y ves que tu hij@ sigue sin probar bocado y que sigue cogiendo berrinches, puedes poner en práctica la
opción 2.
2. Típica situación: “¡Hasta que no te comas las espinacas no comerás nada más!”. Es conveniente que pruebes
primero esto con alimentos que no le disgusten del todo y que sepas que sí que ha comido sin problemas anteriormente, para poco a poco ir introduciendo alimentos nuevos o alimentos que le disgustan más. Es muy importante establecer un límite de tiempo de 40-50 minutos por comida y que le pongas un reloj delante. Cuando le
saques la comida, tú le avisas: “cuando esta aguja llegue a este número, te
quitaré el plato y hasta la hora de merendar no podrás comer nada”. Y tienes
que dejar a tu hij@ comer, dentro del límite de tiempo, cuando quiera. De vez en cuando, pregúntale si quiere que l@ ayudes a
comer, y si se pone a llorar o se pone a juguetear, te vas a hacer tus cosas y
l@ dejas. También es conveniente que l@ vayas avisando cada cierto tiempo del
tiempo que le queda. Cuando hayan pasado los 40-50 minutos establecidos, le retiras el plato (aunque en ese momento esté comiendo) y lo guardas hasta
la hora de la merienda. Entre tanto, NO
LE DES NADA: ni fruta, ni yogur, ni leche, NADA, porque si no le habrás
demostrado que tiene que dar la lata para conseguir lo que quiere, y habremos vuelto otra vez al punto de inicio. Cuando llegue la hora de la merienda, repetimos otra vez el mismo
proceso con la misma comida. Si repites el mismo proceso durante 24 horas y ves que no prueba bocado y te preocupas, puedes probar a poner en práctica la opción 3.
3 3. Repite el mismo
mecanismo del reloj de la opción 2, pero cada vez sácale una cosa distinta.
Ej: Para comer tiene potaje y no se lo come. Pues no se lo guardes. Para merendar
le sacas otra cosa. Es decir, que lo que le saques se lo tiene que
comer, y si no es así, lo tiras, y a la siguiente comida le sacas otra cosa. Pero es importante que esto se lleve a cabo actuando igual
que en el caso anterior, con el reloj, y avisándol@ siempre del tiempo que le queda. Si ves que empieza a
comer bien, puedes sentarte con tu hij@ y ayudarl@ y, al igual que en la opción
1, intentar hacer que sea un momento divertido, de relax entre madre/padre e hij@.
Pero lo que tienes que
tener claro en cualquiera de los 3 casos es que no vale darle lo que tu hij@
quiere sólo porque te lo pida. También es bueno que coma cosas que le
gustan, pero sólo cuando tú creas conveniente que hay que dárselas, no porque tu hij@ tenga el antojo y pruebe a ver si tú se lo das. Tampoco es malo darle
algún caprichito alguna vez, pero sólo si tú quieres dárselo a la primera. Si
le dices que no una vez, no cambies de opinión porque entonces pensará que
cada vez que quiera algo tendrá que ponerse pesad@ para que tú se lo des. En ese
aspecto es muy importante ser firme en tus decisiones, aunque te cueste. Pero ante todo, no te desanimes si ves que sigue sin comer. Cada niñ@ tiene un ritmo y unas necesidades diferentes, así que respétalo y sigue con el mismo método: ¡tarde o temprano terminará comiendo cosas que ni tú mism@ pensabas que olería!
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